IDEAS PARA SER UN ESPOSO EXITOSO


por Wayne Mack

Pocas cosas en la vida de un hombre casado pueden satisfacerlo tanto como el disfrutar de una excelente relación con su pareja. La unidad en el matrimonio puede alcanzarse; no es un espejismo. Es posible hacerlo realidad. Y gran parte se logra en la medida en que el esposo conoce y cumple su rol, el rol que Dios diseñó para él.

El varón no es el único responsable por la unidad matrimonial, pero de él dependen un sin fin de factores. Existen principios bíblicos que gobiernan las responsabilidades del marido hacia su esposa; principios muchas veces olvidados en el comportamiento de los hombres latinos.

¡Qué sonrientes que se ven los novios en sus planes para casarse! ¿Ha visto alguna vez usted a una pareja de novios próximos a casarse, parados frente a la vitrina de una casa de electrodomésticos o de muebles? ¡Más sonrientes se los ve aun cuando parten en su viaje de bodas! Con el tiempo, ¿cuantos continúan experimentando esa dicha y ese entusiasmo por su matrimonio? El éxito en la vida es anhelado por todos los vivientes. De igual manera, el éxito en la pareja no se aprecia frecuentemente, siendo añorado por muchos que experimentan frustración y a la vez desazón en su experiencia conyugal.

Muchos hombres han luchado, trabajado y se han esforzado por muchos años, para encontrar que ni aun así pueden disfrutar de su relación de pareja de forma satisfactoria. Pero déjeme decirle que el mucho esfuerzo no garantiza el éxito, sino el trabajo bien orientado y bien cumplido. ¿Qué bendición puede aspirar un hombre si no hizo bien su parte de la promesa? ¿Cómo ser exitoso sin trabajar debidamente?

Imagine usted la confusión que reinaría en un equipo de fútbol si ninguno de sus integrantes conociera su responsabilidad específica. De igual forma, imagínese la frustración que existiría en un comercio donde no hubiese ninguna descripción de tareas, donde todo fuese responsabilidad de todos y nada específicamente tarea de una persona. Por un lado tendríamos el problema de la superposición, con los indeseados "roces" interpersonales. Por otro lado nos encontraríamos con la situación repetida en muchos almacenes –y en muchos matrimonios– de que "el uno espera que lo haga el otro".

Esa la clase de confusión y frustración que existe en muchos matrimonios porque nunca se han definido las responsabilidades de cada uno. No se puede experimentar una verdadera unidad a menos que ambos esposos conozcan, acepten y cumplan con sus variadas responsabilidades complementarias.

Al ocuparnos de las responsabilidades del esposo para con su esposa, en verdad nos interesa lo que la sociedad enseña acerca de estos temas. No obstante, me interesa aun más lo que Dios dice al respecto. Me interesa porque soy cristiano, y porque sé que el Dios que hizo a la mujer y al hombre es mucho más sabio que cualquiera de nosotros. "El fabricante es quien mejor conoce el producto".

En este sentido, me anima el saber que los mandamientos de Dios no son gravosos. Su voluntad es "buena, agradable y perfecta", como lo dice la Biblia. Si Dios le da a la mujer ciertas responsabilidades, entonces son buenas y agradables para ella. Y si Dios le da al hombre ciertas responsabilidades, lo hace por razones buenas y sabias. El hombre o la mujer que batalla contra la declaración de Dios acerca de las responsabilidades está cometiendo una necedad, pues se está negando el privilegio de experimentar una genuina unidad en la relación matrimonial.

Hay muchos pasajes en la Biblia que hablan acerca de la parte que le toca al esposo en el matrimonio. Algunos de esos pasajes clave son Génesis 3.16; Efesios 5.23-33; 1 Timoteo 3.4, 5; Salmo 128; 1 Pedro 3.7; 1 Corintios 7.3, 4; Proverbios 5.15-19; Colosenses 3.19.

Al leer estos pasajes, "escucho a Dios decir" que el esposo tiene dos responsabilidades primordiales hacia su esposa:

1. Debe ser el líder de su esposa; y
2. Debe ser el que ama a su esposa.

CÓMO LIDERAR LA PAREJA

Hoy en día, cuando hablamos de liderazgo, la primera imagen que surge en nuestra mente es la de un jefe que da órdenes. Más aun si lo mencionamos en un contexto religioso. Sin embargo, si reflexionamos bien en lo que la Biblia dice, encontraremos que esa no es la imagen que debe sobresalir.

En el pasaje de Mateo 20.20-28 vemos el concepto bíblico de un líder. De acuerdo con este pasaje, un líder es, antes que nada, un siervo. Su preocupación no debe estar centrada en sí mismo, ni pretender ser líder sólo por dar órdenes o mandonear a otros. Ser líder en términos bíblicos no significa imponer la voluntad de uno, sino preocuparse en satisfacer las necesidades de otros. En verdad, si los intereses de otros no están sobre su corazón, si no está dispuesto a sacrificarse, a sacrificar sus necesidades personales, sus deseos y aspiraciones, su tiempo y su dinero, si las necesidades de otros no son más importantes que las suyas propias, entonces no está en condiciones de liderar.

Tenemos otro pasaje bíblico –Juan 13.1-15– que nos presenta el mismo cuadro de lo que significa ser líder. En este otro pasaje el emblema de liderazgo no es un trono o un bastón sino una gran toalla y una vasija. En otras palabras, el líder debe tener corazón de siervo. Si tiene corazón de siervo, actuará como tal y reaccionará de igual forma cuando se lo trata como siervo (nótese cómo 1 Pedro 5.3 y 2 Timoteo 2.5-11 ilustran este mismo concepto). Entonces, cuando lo aplicamos al liderazgo del marido, vemos que el ser líder significa que debe ser el siervo más grande de la familia.

LA CABEZA, POR AMOR

El esposo debe ser "la cabeza de su esposa" así como Cristo es la Cabeza de la Iglesia (Efesios 5.23). Su gran modelo de liderazgo es Jesucristo, quien se hizo siervo (Filipenses 2.6-8); que no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10.45). Él es la Cabeza de todas las cosas por amor (Efesios 1.22, 23). Todo lo que Jesucristo hace lo hace por amor a nosotros; lo hace porque en su corazón se interesa por nuestro bien. Del mismo modo, el esposo debe vivir interesándose por el bien de su esposa, debe actuar por amor a ella. Debe ser el siervo-líder de su esposa. Y en este sentido déjeme señalar algunas maneras específicas en que Jesucristo guió a los suyos.

* Él practicó el principio de asociación continua con aquellos a quienes guiaba. No guió a sus discípulos por medio de llamadas telefónicas de larga distancia, o escribiéndoles algunas cartas, o por visitas poco frecuentes. Durante más de tres años, dedicó mucho tiempo a estar con ellos (vaya a su Biblia y vea los siguientes versículos: Juan 1.39, 43; Marcos 1.17; 3.14; 4.10; 5.1, 30, 31, 40; 6.1, 30, 31, 32, 35; 8.1, 10, 27, 34; 9.2, 30; 10.13, 23, 46; 11.1).

El liderazgo bíblico requiere de asociación con aquellos a quienes se guía. Es significativo que Pedro manda a los esposos a morar, a vivir con sus esposas (1 Pedro 3.7). El esposo no está cumpliendo con la responsabilidad conferida por Dios hacia su esposa si no se deleita en su compañía y se ocupa de que puedan disfrutar de compañerismo frecuente y en forma regular.

* Otra de las cosas que vemos en Jesucristo es que instruyó a sus discípulos con mucho cuidado y específicamente. En muchos lugares de las Escrituras se afirma que Jesús enseñó a sus discípulos (lea Mateo 5.1; Marcos 4.10; Juan 13-16). En verdad, "el maestro" era uno de los títulos que con frecuencia se aplicaba a Jesús (Juan 3.2; 13.13). A veces enseñaba a sus discípulos formalmente (Mateo 5.1, 2; Juan 13-16), en otras ocasiones lo hacía de manera informal, en medio de las circunstancias de la vida, cuando enfrentaba una crisis o una confrontación, o cuando se le hacía una pregunta (Mateo 19.3-12, 16-27; 21.12-32). De una forma u otra, Jesucristo guió y sirvió a sus discípulos por medio de la enseñanza. Dios también espera que el esposo guíe y sirva a su esposa, enseñándole. Fíjese en 1 Corintios 14.35, donde queda establecido claramente el rol del esposo como maestro de su esposa.

* Jesucristo guió a sus discípulos siendo un buen ejemplo. Al leer los Evangelios encontramos muchas veces que Jesús dice: "Síganme" o "Ejemplo les he dado". No sólo enseñó a los hombres a creer en la soberanía de Dios, sino que mostró cómo tener confianza en la soberanía de Dios, y a someterse a ella. No sólo predicó que las Escrituras debían ser la autoridad máxima. Él lo vivió. Su vida, entonces, fue un ejemplo vívido de lo que Él deseaba que sus discípulos creyeran y cómo Él quería que viviesen. El liderazgo del esposo significa procurar ser un ejemplo, un modelo, un patrón de piedad, santidad, compasión, dedicación y devoción a Dios. Siempre podremos –y debemos– aprender muchas cosas de nuestras esposas, pero nosotros, los varones, debemos vivir de tal forma que ellas aprendan muchas actitudes y decisiones positivas por caminar la vida a nuestro lado. Por supuesto, que no somos perfectos, como Jesús lo es, pero eso no es excusa ni impedimento para ser buen ejemplo. Aun en los fracasos el marido debe ser un ejemplo para la esposa en cómo asumirlos, qué hacer con el fracaso y cómo tratar con el pecado propio.

* Jesucristo guió a sus discípulos haciendo decisiones y delegando en ellos responsabilidades. En los siguientes pasajes bíblicos podemos ver claramente esto: Juan 4.1, 2; Marcos 1.35-39; 6.7; 6.35-43; Juan 11.39-44; Mateo 10.1-14; 16.23; 21.1, 2; 28.8-20. En este sentido, cuando Jesús delegó algo, Él dio directivas claras, concisas y específicas, para que los discípulos supieran qué se esperaba de ellos y cómo debían llevar a cabo sus tareas. De igual manera, las Escrituras muestran cómo permitió que ellos también tomasen iniciativas y fuesen creativos. Les dio una estructura básica sobre la cual trabajar, pero al mismo tiempo les otorgó libertad dentro de la estructura.

Del mismo modo los maridos cristianos deben guiar a sus esposas, tomando decisiones y delegando responsabilidades. Ser el líder no significa que deba cargar con toda la responsabilidad y hacer todo el trabajo mientras su esposa no hace nada y no se responsabiliza por ninguna cosa. Significa, eso sí, que él se ocupará de que el trabajo se haga y de que cada uno sepa qué le corresponde hacer.

En el matrimonio alguien tiene que ser el que toma las decisiones en última instancia. Alguien tiene que delegar responsabilidades y Dios ha ordenado que sea el esposo. En verdad, el marido debe tomar decisiones y delegar responsabilidades como siervo de su esposa. Las opiniones, sugerencias, deseos, consejos, pedidos, temores y dudas de la esposa deben ser seriamente tomados en cuenta, puesto que el varón, aun en la toma de decisiones, no deja de ser siervo; sus decisiones deben buscar servir, y no meramente emitir un juicio o una orden. La esposa ha de ser la ayuda idónea de su marido, su principal consejera y consultora a quien recurrir.

En realidad, si la opinión de la esposa difiere de la del marido sobre asuntos de mayor importancia sobre los cuales no hay mandamientos específicos en las Escrituras, creo que él debe tener sumo cuidado de no obligarla a aceptar su opinión. Quizá en estos casos lo mejor sería que el marido le asegure a su mujer que respeta su opinión y pedirle que juntos clamen a Dios para comprender mejor qué hacer.

El marido no debe ser indeciso o temeroso en tomar decisiones y delegar responsabilidades. Tampoco debe ceder su deber de tomar decisiones y delegar la responsabilidad sobre su esposa. En ocasiones es posible que deje que ella tome decisiones (dónde pasarán las vacaciones, qué cortinas o qué tipo de muebles han de comprar), y hasta será bueno que lo haga, para honrar a su esposa en el lugar que ella tiene en su hogar, pero jamás debe ceder su responsabilidad de tomar decisiones en general. La responsabilidad final delante de Dios corre en su cuenta personal.

CÓMO AMAR MEJOR

El marido no sólo ha de ser líder, sino un líder amoroso. El esposo debe aprender a amar a su mujer, pensando en qué debe hacer para que ella experimente verdadero amor de su parte. La esposa tiene necesidad de ser amada. El hombre ha de amar a su esposa. La ha de alimentar, cuidar, proteger, satisfacer, proveer; se sacrificará por ella y le proveerá lo que necesita con la misma intensidad con que lo hace por sí mismo.

Ella necesita un amor con propósito. Que él se ocupe de su perfeccionamiento, de su desarrollo, de su felicidad y bienestar. ¿Quiere usted ser un marido exitoso y dichoso? Pues busque la verdadera felicidad de su esposa.

Su amor para con ella debe ser sacrificado. El verdadero amor se muestra cuando damos algo que en verdad nos cuesta. ¡Cuántos maridos regalan cosas a sus esposas con "el vuelto", con lo que quedó en el bolsillo después de otras cosas. Sacrifíquese por ella; renuncie a ciertas actividades "para poder estar con ella".

Manifieste su amor hacia ella. Una de las formas más sencillas pero menos practicadas de comunicar amor es por medio de las palabras. Algunos maridos consideran que las palabras "te amo" son feas o "cursis", y que no se ve bien un hombre diciéndolas. Como consecuencia casi nunca las pronuncian, reservándolas sólo para ocasiones especiales o cuando sus esposas les preguntan: "¿Me amas?"

Otra forma práctica de amar es conociendo que su esposa necesita protección. Física y emocional. Quizá esté tratando de hacer más de lo que sus fuerzas físicas le permiten. Preocúpese por su salud. Y no sólo la envíe al médico, ¡acompáñela! Es posible que las exigencias de los embarazos o del cuidado de los hijos la estén minando. Quizá las críticas o las expectativas de otros la estén abrumando.

Ella necesita protección en muchas diferentes maneras y usted puede demostrarle su amor siendo su gran protector. ¡Anímese y ámela! No se avergüence por lo que otros digan. ¡Sea usted quien marca la diferencia, amando a su esposa y disfrutando de los frutos de una buena siembra! Con el tiempo, muchos lo envidiarán.

¡Sea romántico con ella! ¿Que usted "no lo siente" y no lo puede fingir? No hablo de aparentar, sino de esforzarnos para ser lo que nuestra esposa espera, necesita y desearía tener a su lado. ¿Acaso usted cree que porque lleva varios años de casados no le gustaría a ella volver a ser galanteada y conquistada? Y por consecuencia de esto último, no puedo dejar de lado el tema de las relaciones sexuales. Y en esto tenemos mucho que hablar –tal vez en otro artículo hablemos en forma más extensa.

Si usted tiene ya un buen tiempo de casado, se habrá dado cuenta en qué grado el veredicto de Génesis 3.16 afectó a las funciones y experiencias íntimas de la mujer. Lamentablemente, hay muchos maridos que aman a sus esposas, pero "las usan" en la cama. Con tal de satisfacerse ellos, no importa tanto el resto. Y es que las relaciones sexuales están íntimamente ligadas a las actitudes egoístas, puesto que disfrutamos, buscamos el deseo, por lo que es fácil caer rápidamente en ser dominado por el goce propio.

Ser un esposo exitoso significa "disfrutar y hacer disfrutar". Como esposos, líderes, siervos y compañeros debemos aprender también a ser buenos amantes, y amantes exitosos. Para ello deberemos aprender qué satisface más a nuestras esposas y qué les causa rechazo o "les arruina" ese precioso tiempo juntos.

Preséntese agradable a su esposa; esfuércese por ser el varón que ella admira y desea. Si no, será el hombre que ella "tolera". Intente conquistarla cada vez, y sepa respetar sus tiempos.

!SEA LÍDER!, ¡SEA SIERVO!

Querido amigo, Dios quiere que sea líder de su esposa. Esto significa que debe ser su siervo, que debe pasar mucho tiempo con ella. Sea un marido exitoso …¡y disfrútelo!

© Desarrollo Cristiano Int., 1994. Para este artículo se han usado ideas del libro Fortaleciendo el matrimonio de Wayne Mack, publicado por Ediciones Hebrón en 1990. Los Temas de Apuntes Pastorales, volumen III, número 2.

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