La vida familiar es una de las experiencias más significativas del ser humano, pero es a la vez una de las menos
valoradas lamentablemente; ello ha causado grandes ilusiones al momento de dar
inicio a un nuevo hogar, pero también grandes
frustraciones cuando se descubre que las expectativas iniciales no se llevaron a
cabo a causa de los errores, las costumbres inapropiadas, los temores, la falta
de dominio propio para controlar los apetitos, etc.
Hoy muchas familias se esconden tras una máscara de progreso o felicidad, mas en su interior se vive un infierno
del que se desea huir; sin embargo, en muchos hogares de éste perfil, es más fuerte el deseo de
aparentar éxito, lo que acentúa la crisis ya que no se generan motivaciones para mejorar ni hacer
cambios que le den un aliento de esperanza y salvación al hogar.
A medida que transcurre el tiempo, los intereses de los miembros de
algunas familias en crisis, se van orientando a otros objetivos personales de
naturaleza laboral, económica o social, dando
así la espalda a posibles soluciones que rescatarían la disfrutabilidad del hogar.
Ante un cuadro de esta naturaleza hay tres alternativas que pueden ser
asumidas:
·
Dejar que todo siga
su rumbo: Actitud que conduce al mayor deterioro hasta llegar a la intolerancia
y la convicción de que no hay
salvación para ese hogar
· Solucionar las
dificultades con pañitos de agua tibia:
Lo que causa la pérdida de credibilidad
en aquellos que hacen promesas de cambio pero no las cumplen
· Traer ese hogar en crisis
a quien inventó la institución familiar para su apropiada intervención, generando con ello los cambios auténticos que cada miembro debe vivir y convirtiéndose a partir de ello en bendición para las familias
de la tierra.
En manos de cada uno queda la responsabilidad de tomar una decisión al respecto; pero es seguro que el Creador del hogar, tomará cuentas por la manera en que llegamos a ser familia y por los efectos
de ello en nuestros hijos y en la sociedad, a corto, mediano y largo plazo; y
en ese caso la mediocridad no quedará sin ser juzgada.
Luis Molano
Pastor y Psicólogo
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