ME LAVARON EL CEREBRO

Suele decirse de alguien que repentinamente sufre un drástico cambio en su forma de pensar, que le lavaron el cerebro; especialmente cuando se trata de alguien que cambio su pensamiento por efecto de una experiencia espiritual.
Cierto es que muchos sufren cambios en su mente, pero no por ellos tiene cambios de actitud; por lo tanto no son mejores en términos de respeto o de responsabilidad para con sigo mismos o para con sus seres queridos.
Pero hay una experiencia que merece denominarse Lavado de Cerebro, y no en el sentido pellorativo de la frase.
Cuando alguien tiene una experiencia denominada Nuevo Nacimiento, en la que como su nombre lo indica, vive un Nacimiento Espiritual (Experiencia que el Señor Jesucristo explicó claramente en el capítulo tres del evangelio de Juan), entonces adquiere una nueva perspectiva de la vida, y eso ocasiona un drástico cambio mental.
Pablo de Tarso, destacó tal experiencia con los siguientes términos:
"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2
Cuando la perspectiva típica natural desde la que asumimos la existencia sufre un cambio radical, de modo que pasa a ser espiritual; entonces podemos ser transformados en el entendimiento de nuestra mente, de tal manera que logramos discernir con mayor precisión entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto e incorrecto, entre lo santo y lo profano,  entre lo sabio y lo necio, y simultáneamente a ello, surge una profunda pasión por vivir en integridad moral, con la específica intención de amar a quien nos dio su vida por amor inmerecido.
Allí, sí es posible usar la expresión "Me lavaron el cerebro", pues la frase cobra un sentido trascendental ya que al comparar el antes y el después de tan maravillosa experiencia, podemos decir que antes estábamos sumergidos en un pensamiento malicioso e inmoral pero ahora es diferente; antes nuestra mente estaba corrompida hasta que el Señor la lavó con la sangre de su obra en la cruz y con el agua de su palabra y de su Espíritu.
Todo eso explica porque no debe ofenderse un discípulo de Cristo cuando alguien le dice que le lavaron el Cerebro.
Cuando me dicen eso, suelo responder así sin la intención de ofender:
"Tienes toda la razón, me lavaron el cerebro; era necesario que me lo lavaran ya que lo tenía muy sucio de pensamientos inadecuados; si el tuyo no está tan limpio, también necesita un lavado con la Palabra y el Espíritu de Dios".
Luis Molano. 

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